Día mundial de Internet: la red en la escuela

Pensar en lo que supone hoy día Internet para un ciudadano implica hacer reflexiones en múltiples ámbitos. Y para enmarcarlas me parece preciso recordar que la ONU declaró el acceso a Internet como un derecho humano en 2011.  Si consideramos que ni siquiera el 50% de la población mundial está conectada, la primera cuestión a debatir tendría que ver con la igualdad de oportunidades: la brecha digital es probablemente la principal causa de desventaja para niños y jóvenes a la hora de  enriquecer su formación y preparar su futura inserción laboral. 
A pesar de que informes recientes apuntan a un aumento de la conectividad digital en España, la realidad que constatamos en los centros educativos nos muestra que sigue habiendo no pocas familias con mala o nula conexión a Internet y que  la administración debería asumir la provisión de las infraestructuras necesarias para estrechar dicha brecha. Cuando esta circunstancia se da en una coyuntura económica como la actual en la que el aumento presupuestario no parece fácil, quizás haya que plantearse en qué podríamos invertir los escasos recursos disponibles.
Si nos centramos en el ámbito escolar, creo que disponer de acceso a Internet con una mínima calidad en una escuela debería tener el mismo nivel de prioridad que disponer de libros de texto, por ejemplo. En un mundo en el que la información está a unos pocos toques sobre una tableta, o algunos clics de ratón, que los fondos para la financiación de los libros de texto no se puedan destinar a otra partida me parece una rémora que hemos de superar. Los centros educativos en virtud de la autonomía pedagógica y de gestión que la normativa les otorga deberían tener la potestad de decidir al respecto.
La innovación en la escuela y la enorme cantidad de proyectos que están contribuyendo a mejorar los rendimientos del alumnado y que los están preparando para el futuro no se están desarrollando a partir de libros de texto; es Internet el elemento clave que los hace viables en multitud de casos. Y desde luego gracias al esfuerzo de docentes, familias y alumnado, en condiciones materiales a menudo precarias, con la colaboración de distintas instituciones y de organizaciones de distintos sectores.
Por otra parte, son tantas las actividades del mundo real que incorporan una faceta virtual que el hecho de que tantos alumnos desarrollen sus tareas escolares prácticamente ajenos a Internet contribuye a que la sociedad perciba la escuela como una institución desconectada del mundo en que vivimos. Probablemente los miedos que todavía despierta la red entre muchos ciudadanos permiten que este anacronismo no suscite una reacción más airada de las familias. Y esos mismos temores son los que  impiden comprender que los jóvenes van a acceder a Internet antes o después y que un centro educativo proporciona un contexto excelente para inculcar el uso responsable de este recurso.
Pero hay una ciudadanía cada vez más consciente que nos va a exigir que asumamos la urgencia de conectar la Educación a la realidad. El incesante goteo de noticias en los medios de comunicación sobre los cambios positivos que se están produciendo en centros educativos a lo largo de toda la geografía nacional son muy ilusionantes. Y la red nos permite conectarnos a este proceso imparable.


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